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Se define como el dolor localizado en la parte superior de la espalda o cuello y puede irradiarse a hombros, brazos y espalda. El dolor cervical es frecuente, se estima que un 30-40% de la población presentará este tipo de dolor en algún momento de su vida.
El dolor cervical puede ser producido por daños en múltiples estructuras, ya sea por degeneración de los discos intervertebrales (dolor por degeneración discal), artrosis de las articulaciones facetarias (síndrome facetario), sobrecarga o distensión de estructuras musculo-ligamentosas,procesos inflamatorios,traumatismos o compresión de las estructuras nerviosas que inervan los brazos (braquialgia)
El dolor de cuello o dolor cervical es una patología que empeora y afecta directamente en la calidad de vida del que lo sufre, ya que impide que este pueda realizar su vida cotidiana de forma normal.
El dolor cervical muscular suele ser secundario a movimientos bruscos, repetidos o forzados, se presenta de forma aguda y suele resolverse de manera espontanea o con ayuda de rehabilitación.
La aparición de dolor intenso, punzante o eléctrico en el cuello, que se irradia hacia los hombros y/o brazos (braquialgia) puede deberse a la compresión de raíces nerviosas, habitualmente por una hernia discal (dolor por hernia), protrusión discal o degeneración ósea de la columna.
Una caída o un accidente pueden causar lesiones cervicales graves, tales como: fractura en una vértebra, latigazo cervical y/o parálisis
Los síntomas de la contractura cervical pueden incluir dolor y sensibilidad en el cuello, hombros y/o brazos, rigidez en el cuello y dificultad para moverse y dolores de cabeza. En casos severos, la fuerza y la sensibilidad en la mano pueden disminuir.
Una hernia cervical es una hernia de disco en la columna cervical que puede causar dolor en el cuello, los hombros y/o los brazos, debilidad en los brazos y las piernas y dificultad para mover el cuello. En casos severos, los nervios espinales pueden comprimirse, causando síntomas como entumecimiento y debilidad en brazos y piernas.
La mejor manera de prevenir la aparición de dolor cervical es evitar los factores de riesgo, como realizar actividades cotidianas que puedan dañar la columna cervical.
Así, evitar malas posturas ayudará a evitar el problema de dolor cervical.
Se define lumbalgia como la sensación dolorosa circunscrita a la columna lumbar que impide su movilidad normal.
Se denomina lumbalgia aguda si dura menos de 3 meses y crónica a partir de este límite temporal cuando se acompaña de intolerancia al esfuerzo, con o sin afección de las extremidades inferiores.
Es aquella que cursa con crisis aisladas o repetidas que duran menos de 3 meses. De evolución benigna, aparece en individuos mayores de 18 y menores de 50 años. A partir de esta edad pueden presentarse conjuntamente con las lumbalgias metabólicas. Para ser considerada como tal no debe existir déficit neurológico, ni síndrome constitucional, ni trauma previo, ni neoplasia.
Se define como la sensación dolorosa radicular con afección motora (ciática) y/o sensitiva (ciatalgia) que sigue el trayecto del nervio ciático. En un 75% de los pacientes existe una historia de cuadros intermitentes de dolor lumbar mecánico sin irradiar que puede remontarse a los 3-5 años previos. Sólo se presenta en el 1,5% de las lumbalgias. Se produce en la fase de disfunción (v. más adelante, evolución del dolor lumbar: fases), y entre los 20 y los 50 años de edad. El dolor se irradia desde la región lumbar a la región glútea y la cara posterior (S1) o posterolateral (L5) de la extremidad inferior afectada, llegando hasta el talón, la cara dorsal del pie (L5), la planta (S1) o los dedos de los pies. Junto a éste pueden aparecer síntomas sensitivos, parestesias (sensación de acorchamiento, entumecimiento), hipoestesias, a veces dolorosas, y disminución de la fuerza. En la exploración encontramos abolición de los reflejos osteotendinosos, y alteración de la sensibilidad y de la fuerza dependiente del nervio implicado. La curación es la norma, pues sólo un 11% de casos tendrá síntomas neurológicos radiculares pasadas las 2 semanas. A pesar de que la incidencia es parecida en ambos sexos, los varones son sometidos con mucha más frecuencia a tratamiento quirúrgico.
A partir de los 50 años se debe considerar, en principio, como un cuadro secundario a otras enfermedades (neoplasias, metabólicas, etc.).
Algunos síntomas crónicos, como episodios de retención urinaria, incontinencia, pérdida del tono esfinteriano anal o incontinencia fecal, anestesia perianal, perineal y genital (anestesia en silla de montar), progresiva debilidad en extremidades inferiores (con o sin paraparesia), impotencia sexual en los varones, y dificultad a la deambulación, nos deben poner sobre aviso de una reducción del diámetro sagital o transversal del canal raquídeo, estrechez producida por la hipertrofia de algunos de los elementos óseos o de los tejidos blandos, y que generalmente se debe a una gran hernia discal en posición media (L4-L5) o a una estenosis congénita del canal. Etiológicamente, se clasifican en estenosis congénitas, o de desarrollo (acondroplasia, idiopáticas) y adquiridas (degenerativa [gran hernia central], espondilolisis/listesis, iatrogénica [fibrosis], postraumática, enfermedad de Paget, tumoral) El "canal lumbar estrecho" es una entidad anatomopatológica mal definida, y de tratamiento incierto
La causa más frecuente del dolor lumbar es la degeneración de los discos intervertebrales y las articulaciones posteriores.
Esto forma parte del proceso normal de involución que aparece en la columna vertebral a partir de los 20 años de edad, como ocurre en otras partes del organismo, asociado a una musculatura abdominal y lumbar pobre, sobrepeso (que hace trabajar continuamente a la columna con cargas mayores para las que está "diseñada"), y permanecer de pie durante mucho tiempo y posturas continuas forzadas en flexión lumbar.
Existen tres tipos de dolor lumbar, que dependen de su duración:
El dolor puede ser un síntoma de enfermedades más graves que afectan a la espalda, por ejemplo, diferentes formas de artritis, hernia discal, escoliosis, espondilitis anquilosante, apendicitis, cálculos renales o quistes, etc.
Es indispensable acudir con un especialista para que valore su padecimiento y le brinde el tratamiento adecuado para su padecimiento.
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